“Hablar de Dios -finaliza- llevar a los hombres el mensaje de amor de Dios y de la salvación en Jesucristo, para todos los hombres, es el deber de todo bautizado. Y esa tarea abarca no solo el hablar con palabras, sino todo el actuar y el hacer. Precisamente en nuestro tiempo, cuando parece que nos convertimos en ‘pequeño rebaño’ estamos llamados como discípulos del Señor, a vivir como una comunidad que es la sal de la tierra y la luz del mundo”.